Pliego Central - #118

DIVITO, RICO TIPO, PATORUZÚ

GENIALES ARTISTAS GRÁFICOS Y GALERÍA DE PERSONAJES

París, Londres y Río de Janeiro solían recibir a Divito, y durante esos viajes, él tomaba apuntes realizando dibujos donde acostumbraba incluirse, y repetía con frecuencia: “…prefiero vivir como un rey y morir como un mendigo, y no vivir como un mendigo y morir como un rey”, justificando su forma de encarar la vida. Se desvivía por el jazz, la música brasilera y el boxeo, además de ser un gran coleccionista de discos.

Desde temprana edad publicó sus ilustraciones humorísticas en las revistas “Sintonía” y “Caricatura Universal” hasta que después de un paréntesis obligatorio de dos años para hacer la conscripción en la Marina, recaló en la revista “Patoruzú”, donde comienza el éxito de sus chicas. La enorme sensualidad con que dibujaba a sus muchachas definidas por el periodista Silvestre Otazú (Enrique Pérez Mariluz) como de talle de avispa, melena abundosa y suelta, largos y gráciles remos, cadera opulenta y busto turgente, le generaba innumerables llamados de atención del director de la revista, Dante Quinterno, quien constantemente le sugería retoques y faldas más largas. Ante esta situación, que se tornaba cada vez más enojosa, Divito decide aceptar del anunciante Mario Di Benedetto dueño de la “Cabaña Santa Anita”, para quien había realizado un aviso publicitario, la suma de 30.000 pesos moneda nacional para editar su propia revista humorística (para dimensionar este monto, vale acotar que un periódico de la época costaba 10 centavos de la misma moneda), de esta manera logra independizarse de Quinterno y transformarse en su más importante competidor. 

Una revista que marcó una época

El Nº 1 de “Rico Tipo” vio la luz el 16 de Noviembre de 1944, y un año después de su lanzamiento, su tirada rondaba los 300.000 ejemplares semanales, cifra que hoy sería absolutamente impensable para una publicación de neto corte humorístico. De manera similar al esquema ideado por Quinterno en la revista “Patoruzú”, publicando a fin de cada año el “Libro de Oro de Patoruzú”, Divito entregaba a su público el “Anuario de Rico Tipo”; c omp l eme n t a ri ame n t e , e n formato mensual, dio su vida a una publicación que bajo el nombre de “Chicas” derrochaba consejos y modas para la mujer joven.

Las páginas de la revista supieron albergar a dibujantes que hacían sus primeros palotes y a quienes aportaban su talento ya madurado previamente. Entre aquellos que tuvieron un bien ganado lugar dentro del humorismo gráfico, podemos mencionar a Alejandro del Prado “Calé”, que deleitaba al lector con su memorable “Buenos Aires en Camiseta” donde describía el costumbrismo porteño con notable precisión, o a través también de desopilantes viñetas futbolísticas; Oscar E. Conti “Oski” creador de adorables personajes con prominentes narices, quien ilustraba el diario “Versos y Notisias” (así con “s”), suerte de periódico delirante a doble página que editaba dentro de la revista Carlos V. Warnes bajo el seudónimo de César Bruto, ofreciendo noticias delirantes o poco relevantes escritas con una particular ortografía, además de dar vida a su personaje Amarroto, cuyo nombre lo dice todo; Abel Ianiro, un talento en el arte de la caricatura cuyas aguadas en tonalidades degradé y matices delicados realzaban los dibujos con una calidad infrecuente, creador también del personaje Purapinta, un guapo grandote de enorme apariencia pero incapaz de matar una mosca; Joaquín Lavado “Quino”, quien según Geno Díaz “de entrada nomás mostró que traía una Mafalda en el tanque”; Adolfo Mazzone, fundador con posterioridad de su propia editorial, comenzó a publicar uno de sus personajes en la revista,Piantadino, un preso ansioso por escapar al que no le pierde pisada un celoso guardiacárcel; Juan Carlos Colombres “Landrú”, quie proveniente de la revista “Cascabel” comienza publicando –con el humor absurdo que lo caracterizaba-, El Mundo al Revés, Rogelio el Hombre que razonaba demasiado y La Familia Cateura, secciones que con posterioridad se trasladarían a la que sería su máxima creación, la revista “Tía Vicenta”. Pero no solo el humor gráfico era el puntal de la revista, por ella pasó el humor escrito representado por nombre de bien ganado prestigio en el arte de las letras, fue así que el costumbrismo, en forma de comentarios, tenía su expresión a través de Rodolfo M. Taboada en la sección Dos postales por un peso, Miguel Ángel Bavio Esquiú, gran escritor y billarista, dio vida a Juan Mondiola, acompañado siempre de una ilustración de Pedro Seguí, alumno de Divito que también dibujaba inquietantes chicas; el literato Conrado Nalé Roxlo, procedente del semanario humorístico “Cascabel”, quien bajo el seudónimo Chamico parodiaba el estilo de los autores clásicos de mayor renombre; Horacio S. Meyrialle quien luego llegaría a ser destacado guionista de radio y de los principios de la televisión, daba vida a Pocholo, un típico niño de mamá, y Pichuca y yo, que contaba los avatares de una pareja que en formato de obra teatral ocupaba una página; los comentarios de cine, que también formaban parte de la revista, estaban a cargo de Raimundo Calcagno “Calki”.

Divito no debió el éxito solo a sus inefables chicas, sino que adicionalmente fue el creador de una saga de personajes que representaban aspectos absolutamente reconocibles para el ciudadano común, al punto tal que su popularidad llevó a que las personas que coincidían con sus características físicas o psicológicas se las apodara como los mismos personajes. Uno de ellos era Bómbolo, un gordo crédulo, bondadoso e ingenuo, que creía todo cuanto se le decía y que producto de su torpeza no comprendía el sentido figurado por lo que interpretaba todo literalmente, originalmente creado para el diario “La Prensa”, recaló posteriormente en la revista. Otro personaje creado con anterioridad que también se incorpora a esta galería es Fúlmine, un hombre siempre vestido de negro con guantes y paraguas del mismo color, alto, delgado, de nariz puntiaguda y con la cara picada de viruela, personificaba la mala suerte y las desgracias, curiosamente no es él quien protagoniza el cuadro final de la tira, sino las calamidades que provoca. El actor Pepe Arias, dirigido por Bayón Herrera, lo llevó al cine en el año 1949. 

Bajo el nombre de Pochita Morfoni, apareció por primera vez en la revista una gordita incorregible y glotona que se valía de cualquier pretexto para comer, era asidua concurrente a institutos y gimnasios para tratar de bajar de peso, pero lo único que conseguía adelgazar era su bolsillo.

Típico porteño de doble cara es Fallutelli, un oficinista odiado por todos sus compañeros, siempre vestido de traje con corbata y sobrero, trepador, chanta, chismoso, hipócrita, que se mueve siempre en un ambiente de intrigas con una sonrisa socarrona esperando siempre la credulidad inocente de los demás, en definitiva un malvado con un puñal siempre listo para clavarlo en la espalda.

Pero tal vez, quien se llevó todos los honores en esta galería de personajes que habitaron el semanario y que venía de publicarse en la revista “El Hogar”, haya sido un abogado serio, formal, medido y respetuoso, que jamás perdía la compostura, el Dr. Merengue, quien en el cuadro final de la tira o la historieta emergía de su cuerpo en una versión algo desfigurada del protagonista para expresar a través de ese otro yo todo lo que le estaba vedado al imperturbable Dr. Tanto su esposa (que distaba mucho de ser una de las ya famosas chicas) como su jefe, eran blanco habitual del otro yo, que también se burlaba de los defectos ajenos, ironizaba o mostraba incredulidad, y por supuesto perseguía mujeres. 

El origen del personaje tuvo como escenario el hipódromo, lugar al que Divito había concurrido en compañía de un amigo, quien luego de perder todo su dinero le pidió prestados veinte pesos con los que recuperó lo perdido y comenzó a ganar, pero sin realizar un mínimo gesto que permitiera suponer que le iba a devolver el préstamo. Supo contar Divito: “Era amigo mío, pero no tanto como para reclamarle la deuda, sin embargo interiormente le decía un montón de cosas imposibles de reproducir. Ahí mismo concebí al Dr. Merengue y a su otro yo”. 

La época de gloria de la revista fueron las décadas del 40 y el 50 en las que la aceptación popular fue masiva, los adultos se veían reflejados en sus páginas y en sus personajes, fue tan grande su popularidad que las mujeres querían parecerse a las famosas chicas y los hombres soñaban con ese estilo de mujer. El costumbrismo zafado de sus páginas hacía gala de un estilo audaz y transgresor que convirtió a la revista en un ícono del desenfado de la época, su repercusión traspasó nuestras fronteras al punto tal que en diciembre de 1947 la norteamericana revista “Time” afirma en un nota que “…para una chica trabajadora de Buenos Aires, Willy Divito era una autoridad de estilo más importante que Christian Dior”. En 1950, cuando se le preguntó al artista, que había sido primero, si la imaginación de sus chicas o las de carne y hueso, respondió que sus dibujos habían sido los precursores.

Los comienzos de la década del ’60, encontraron a la revista en un punto de inflexión que hacía presuponer un cambio de estilo o el inicio del camino de la desaparición, y lamentablemente el 5 de Julio de 1969, a los 55 años de edad, Guillermo Divito de regreso a Buenos Aires, conduciendo su Fiat 1500 rojo, encontró la muerte en un accidente automovilístico en la localidad de Lajes en el estado de Santa Catarina – Brasil, tal vez su última alegría haya sido no asistir al cierre de la publicación que tuvo lugar el 15 de agosto de 1973, ni a un cambio de estilo que con seguridad no hubiera sido de su agrado.

Fuente: Bicentenario - 200 años de humor gráfico, “La Edad de Oro” 1910/1960.

En Homenaje a Hugo González Castello.

Obras de la colección del MIG - Museo de la Ilustración Gráfica”

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