Equipo de Redacción Revista El Pasajero

 

Golpea por la espalda el Sol en el café del Centro Cultural Islas Malvinas, La Plata. Son épocas difíciles. Ayer también lo fueron y la máquina tampoco se detuvo. Pero cuando la memoria tiene tiempo y la búsqueda por esclarecer los orígenes está decidida, se arman las monturas y se emprende camino hacia el malón de la historia. Habrá que ser valiente y avanzar (o retroceder) para rastrear los indicios de lo que fue. Sapere Aude: en los avatares de la genealogía histórica, extraordinarios hallazgos pueden modificar el curso del río. Así fue para Fernanda Jaureguiberry y Mauricio Rosas, descendientes directos de uno de los personajes más emblemáticos de la historia Argentina. Si bien hoy para cuidarnos deberíamos cubrirnos la boca, en esta imperdible oportunidad descubriremos detalles de un inusitado relato, para correr el telón de la historia y ver qué hay detrás.

Fernanda llega. Da los saludos protocolares y despliega sobre la mesa deslumbrantes documentos que extrae de un portafolio. Mauricio, su primo, acompaña con gestos toda la secuencia. Partidas, fotografías inequívocamente sepia, cartas, certificaciones, actas. Ambos de mirada sólida. No hay margen de dudas. Se trata ni más ni menos que de dos tataranietos directos del “Cacique Rosas”, conocido originalmente con el nombre de “Panguitruz Guer” (Zorro Cazador de Leones): hijo y futuro sucesor del cacique de los Ranqueles, tomado cautivo, rebautizado y adoctrinado por el General Juan Manuel de Rosas hasta su escapatoria…

Fernanda: -Éste es mi abuelo, el de gorra –señala una foto-. Y en ésta foto están mis abuelos, Mariano Rosas y mi abuela Nonina, y ésta es la hermana de mi abuelo, Mónica Rosas.

Mauricio: yo la conocí a Mónica, fue a casa un día. Me acuerdo, era grandota.

Fernanda: claro eran todas grandotas. Nosotros estamos muy excitados porque hace muy poquito que confirmamos con documentación las cosas que nosotros sabíamos como una tradición oral en la familia. Pero ahora está confirmado. Es muy emocionante cuando empiezan a coincidir nombres, apellidos, lugares. Nosotros trabajamos con Gatica, un genealogista que nos ayudó mucho.

 

Hay información circulando, se pueden rastrear datos y precisiones históricas alrededor de la historia del “Cacique Rosas” además del conocimiento popular ya ganado. Pero nada mejor que nos cuente la historia una descendiente directa. ¿Quién fue Mariano Rosas ó Panguitruz Guer?

 

Fernanda: Zorro del desierto, sí. La Nación Ranquel estaba organizada con cuatro grandes linajes, y la sucesión de los caciques se resolvía en un concejo de Loncos (jefes de las familias). Painé era cacique en la época del Gobernador Juan Manuel de Rosas. En esa época se organizaban excursiones para malonear a los pueblos del oeste de la Pcia. de Buenos Aires. Cuando organizaban esas salidas, a los hijos varones los dejaban cuidando la familia, el ganado y la tropilla de caballos. Son 800kms que hacían desde la toldería de Leuvucó (La Pampa, casi San Luis). Cuando Painé era Cacique, decidieron hacer una maloneada y dejaron a Panguitruz Guer cuidando a este ganado. En ese momento, el ejército (que ya estaba avisado) cae y toma cautivo a estos chicos y el ganado que estaban cuidando, y los llevan frente al Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Ahí Panguitruz logra comunicar que es el hijo del cacique, y Rosas decide rebautizarlo, apadrinarlo, y llevarlo a vivir a la estancia El Pino. Ahí le enseñan a leer y escribir.

Finalmente después de 6 o 7 años se escapa de la estancia de Rosas y vuelve a Leuvucó. Todo esto está narrado por el Gral. Lucio V. Mansilla a quien se lo contó Mariano Rosas adulto cuando en 1870 Mansilla lo visita en los toldos, cuando ya se había convertido en Cacique Ranquel. En ese momento Mariano Rosas le cuenta que estaba muy agradecido con Juan Manuel de Rosas por la instrucción recibida pero que él no quería vivir con los hombres blancos, él quería vivir con su pueblo (la Nación Ranquel).

Mauricio: fue una jugada de Rosas. Era un momento convulsionado. El gobierno quería hacerse dueño de las tierras de los Ranqueles.

Fernanda: Sí, Rosas puso en marcha la primer campaña del desierto. Luego está una historia no oficial, inverificable. Painé Cacique tenía 5 o 6 mujeres y entonces lo que dicen es que una de esas mujeres, llamada Mariana, que era una blanca cautiva porque eso era tradición de los ranqueles. Al parecer alguna de las veces esta blanca cautiva conoce a Juan Manuel de Rosas. La versión no oficial dice que Juan Manuel de Rosas sabía que era su hijo y por eso lo eligió para darle el nombre. Pero esa versión forma parte de la...

Mauricio: es menos creíble, es más de telenovela.

Fernanda: lo que está documentado por Mansilla es que el Cacique tenía 6 mujeres y unos 30 hijos. Uno de sus hijos es nuestro bisabuelo. Mariano Rosas muere en 1877 en una epidemia de viruela que hubo en la toldería de Leuvucó. El gobierno en ese momento de Avellaneda le ofrece construirle una casa en Río Cuarto para salvarlo de la epidemia y él dice que no. Que nunca más iba a vivir con los blancos. Y muere en Agosto de 1877. Queda como Cacique su hermano Epumer Rosas.

 

¿Por qué creen que el nombre sigue vivo? ¿Creen que se convirtió en una leyenda? 

Fernanda: Cuando el Cacique Mariano Rosas muere, el acontecimiento sale en los diarios de Buenos Aires: él estaba reconocido por el gobierno como un interlocutor entre fronteras. El gobierno le había ofrecido que los Ranqueles se “acristianaran” a cambio de ir cediendo tierras. Como Mariano Rosas tenía la instrucción y formación recibida en la estancia de Rosas, tenía muchas habilida- des diplomáticas y se negó. Además, tomó mucho conocimiento cuando él muere y a los dos años, Eduardo Racedo, un teniente del ejército profana su tumba, y por eso es que sus restos vienen a parar al Museo de La Plata. ¡Vinieron robados! ¡Sus restos estuvieron inventariados con el número #292 y exhibidos en una vitrina!

 

En mucho material que anda circulando online pareciera dar la impresión de que, a la figura del Cacique Rosas, lo caracterizan como un “conciliador” con los blancos. Pero a partir de lo que Uds. cuentan pareciera que no fue de ese modo…

 

Fernanda: hay una mirada de la historia, impuesta, que pretende insistir con que de los pueblos originarios no hay nada para destacar. Que eran todos brutos. Hay que recuperar el hecho de que el Cacique Rosas era alguien que había recibido una instrucción y tenía una mentalidad estratégica, pero que la supo aprovechar a favor de los suyos. Él hablaba y defendía a su pueblo. Algunas fuentes dicen que él se veía venir los acontecimien- tos que sucederían. En los toldos había mucha política. En todos lados dicen que Mariano Rosas recibía los diarios de Buenos Aires y estaba al tanto de lo que ocurría.

Mauricio: decir que ha cobrado importancia porque lo apadrinó Rosas y listo es simplificar algo más complejo.

Fernanda: Darle voz al Cacique Rosas implica hablar de que hubo un genocidio y que mataron un montón de gente. No sólo no debemos estigmatizar, debemos recuperar todas las otras voces que representen las raíces múltiples de nuestro pueblo.

 

Entrevista con Fernanda Jaureguiberry y Mauricio Rosas

Equipo de Redacción Revista El Pasajero

Fotos: Roberto Borda

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