Tras consagrarse en Cosquín, pasea su talento por cientos de escenarios de Argentina y el mundo. Se codea con los grandes del folklore, lleva grabados tres discos e integra desde el año pasado la productora El Viejo Mistol de "El Chaqueño" Palavecino. Venera el acordeón y se desvive por mostrar su riqueza como instrumento solista.
Por Walter Szumilo
El fuelle se infla y exhala el sonido que corona la presentación. Se escuchan aplausos caudalosos de un público medido. A un espectador le gustaría un tema fuera de repertorio. La traductora sube al escenario y se lo sopla al oído: "¿Algo de Atahualpa?", lo interroga. Y casi alcanza una mirada con sus cómplices de gira para volver a empuñar los instrumentos y pintar un enganchado reversionando Piedra y Camino y La Añera.
Al otro lado del mundo, en la tierra del sol naciente, el acordeón de Germán Fratarcángelli habla todos los idiomas, aunque con inequívoca tonada argentina. No es todo: se trata además de una tonada marcada por un fuerte sello personal que con el correr de los años fue afianzándose.
La gran experiencia de tocar en Japón se suma a las cosechadas en presentaciones en Brasil o Colombia. A veces, no sólo se trata de conocer el paladar de otros públicos, sino también de alternar con acordeonistas de patrias diversas, que ejecutan y hasta empuñan el instrumento de otra forma.
Por eso, una vivencia capitalizada al máximo fue, en 2010, la de su segunda presentación en el certamen internacional "Cittá di Castelfidardo" que reúne a los más destacados acordeonistas del mundo en el pueblo italiano en donde se fabrican los acordeones Excelsior (el suyo), Paolo Soprani, Scandalli, Bugari o Pigini. De yapa, el jurado ponderó su talento, otorgándole el tercer puesto del concurso.
Círculo de elegidos
Con 38 años cumplidos, Fratarcángelli lleva al menos 32 abrazando su instrumento. Se lo colgó por primera vez su padre y aprendió a tocarlo observando y copiando, oyendo consejos, 'curioseando', rebobinando cassettes para sacar melodías.
A su formación autodidacta agregó ya joven un breve paso por la Escuela de Arte de Berisso -ciudad de la que es un cabal embajador cultural- que le permitió incorporar algunas nociones técnicas y fundamentalmente de lectoescritura musical. También fue 'haciéndose', confiesa, de subir a un sinfín de escenarios con un sinfín de músicos.
La rueda comenzó a girar con más fuerza, sin dudas, tras ganar en 2001 el premio al Mejor Solista Instrumental de Cosquín, festival al que regresó en varias ediciones, incluida la de 2016, en la que subió al escenario mayor para tocar junto a Oscar "El Chaqueño" Palavecino, de cuya productora El Viejo Mistol forma parte desde el año pasado.
Su vínculo con "El Chaqueño" nació a través de Juanjo Domínguez, que los presentó de cara a la grabación del disco "Para mi gente", editado en diciembre de 2014. Originalmente, el acordeón en el tema "Aquella noche de tu partida" iba a ser grabado por Raúl Barboza, quien no pudo llegar al estudio porque ya tenía un pie en el avión para volver a Francia.
"Tengo suerte. Hay músicos sensacionales que por ahí no tienen la difusión que deberían tener", reflexiona, dueño también de la virtud de la humildad. "Sabemos lo que cuesta. Es difícil, por eso siempre nos damos una mano", explica.
Antes de convertirse en una de las cuatro propuestas artísticas a las que El Viejo Mistol apostará desde este año, Fratarcángelli se dio otro gusto de la mano de Jorge Rojas, a quien conoció mientras giraba con la productora de Luis Landriscina. "Vino a hacer dos Gran Rex y me invitó. Fui como público el primer día, pensando en lo lindo que sería tocar en ese escenario. Quince minutos después, me estaba invitando a volver al otro día, pero ya con mi acordeón y para acompañarlo en un tema; algo increible", menciona.
Su regreso a calle Corrientes no tardaría en llegar, en este caso para tocar en la presentación del disco "De criollo a criollo" de "El Chaqueño". Al show se sumaría tiempo después una incursión televisiva como invitado del popular ciclo televisivo que conduce Gerardo Rozín en Telefé.
Le cuesta admitir que es parte de un 'círculo de elegidos', pero no puede sino asumirlo cuando se le recuerda que suele tocar con figuras de la talla de Palavecino, Rojas, Landriscina, el Chango Spasiuk, Teresa Parodi, Juanjo Dominguez, Los Quilla Huasi, Raúl Barboza o Los Indios Tacunau.
Eso sí, no titubea al reconocerse afortunado por las oportunidades que la música va dándole. "Estoy contento, porque voy teniendo mayor continuidad de trabajo. Y gracias a Dios me doy el lujo de tocar lo que tengo ganas. Por ahí en algunas circunstancias un músico tiene que tocar lo que sea; por suerte yo tengo esta oportunidad de tocar lo que a mí me gusta y además cómo me gusta armarlo. Eso es impagable", define, aludiendo al camino que va construyendo desde lo personal, en la actualidad en formato trío, junto a Nahuel Stoicco (guitarra) y Pablo Gindre (bajo).
Un señor instrumento
Fratarcángelli es uno de los abanderados de la reivindicación del acordeón como instrumento que trasciende la frontera de la música 'ligera'.
"En muchos casos se usa el acordeón como 'color' y eso puede estar bien, pero a mí me gusta como solista", expone. "Es un instrumento al que se lo relaciona en general con el baile, con fiestas en los que no se aprecia lo que se toca. Pero es un concepto que debe reverse", asevera en el mismo sentido.
Después del disco debut editado en los albores de la primera década del siglo por el Centro Cultural Difusión de Berisso, el músico presentó Ecléctico, placa en la que acompañado por varios invitados exhibe la versatilidad de su instrumento, abarcando un amplio abanico de géneros que van desde la música de Liszt a la obra de Atahualpa Yupanqui, con Piazzolla o "Canaro en París" como escalas.
Su tercer disco, también editado en forma independiente, vio la luz en 2014. Bautizado "Colosos del Río", el trabajo está casi enteramente dedicado al chamamé e incluye algunos temas de su autoría. "Es lindo ver terminado un disco. No hablo de lo que representa a nivel económico o en otros aspectos. Es importante porque es algo que queda, que de alguna forma marca una etapa", observa, adelantando que en el ámbito de la productora que hoy integra se trabaja en la reedición del trabajo, esta vez a través de un sello, con la intención de darle difusión en diferentes puntos del país.
Entretanto, el mandato de la música es el de girar -de Norte a Sur, de Cuyo a la Mesopotamia- para pasear el don por estudios, escenarios y festivales. Dicen por ahí que cuando la música manda, no hay otras ganas que las de hacerle caso.
Fotos por Roberto Borda